sábado, 17 de marzo de 2012

¡A comer que son dos días!

Me llena de orgullo y satisfacción presentaros mi primera colaboración en este blog. Se trata de Maria Guillarte Cobo, una vallecana gran persona y mejor publicista que ha utilizado este humilde espacio para reivindicar sus quejas.. Sin más dilaciones, os dejo con ella:
Lo primero de todo: agradecer a Vero que me ceda un espacio en su blog, espero estar a la altura.

Llevo unos días dándole vueltas al tema, y más con todo esto del día de la mujer y el pequeño revuelo que causó el artículo de la RAE “Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer”. 

Personalmente, no veo a la mujer como un ser discriminado en la sociedad, desfavorecido ni mucho indefenso. Pero obviamente hay diferencias respecto con el hombre, si no, no escribiría este sobre ello. Para mi hay una diferencia clave. Que escriba sobre ella no significa que obvie las demás, pero creo que ésta especialmente tiene una solución más difícil por dos razones:
  1. Es más difícil regularla
  2. Nos la provocamos unas otras.

Es cierto, la sociedad ha cambiado. No solo ha liberado a la mujer, la ha expuesto, y algunas no se han adaptado muy bien. A la vista están la multitud de problemas alimenticios que existen, donde mujeres de diferentes edades, son el principal porcentaje. No me voy a meter en temas de anorexia, bulimia, porque son más intensos y sinceramente no me creo con conocimientos suficientes para conocer la profundidad del problema. Lo mío va a ser más andar por casa, de frases oímos prácticamente a diario y siempre de boca de una mujer. 

Cuantas veces habéis oído o habéis dicho: “Dios, yo es que de eso no puedo comer que me pongo como una vaca” “Madre mía, me comería un montón de estos, pero quita quita mejor no” y hoy he ido la mejor de todas, la más surrealista: “Las tortas de arroz son mejor que un bollo de chocolate, están buenas y no engordan nada” Me han dado ganas de gritarla: “¿Perdona? ¡¿Pero estás loca?!”.

Lo peor de todo es que cuando una chica come con gusto un buen solomillo, cocido, bollo o similar, siempre está al acecho la arpía muerta de envidia (y hambre) que dice: “¿te vas a comer eso?” Y si, esto amigos ¡¡va con retintín!! Va con un retintín de narices y seguro que todas las chicas que lean esto asienten con la cabeza. ¿Por qué somos así? ¿Por qué nos hemos prohibido disfrutar de la comida? ¿Por qué las hay que se arrepienten cuando se dan un homenaje culinario? Ya tenemos difícil, el trabajo, los estudios, ligar, destacar ¿Por qué nos puteamos entre nosotras mismas y a nosotras mismas con un tema tan importante como la comida? 

No estoy hablando de comer desaforadamente, nada de gula, hablo de disfrutar comiendo una pizza, comiendo chocolate, hamburguesas, helados, cocido, solomillo, bistec, pasta… no tengo nada en contra de ensaladas, verduras y hortalizas, se puede vivir de ellas y bien sanas vamos a estar, pero ¿y si realmente no nos gusta? ¿Por qué comerlas por una norma no escrita y autoimpuesta? ¿En tenéis miedo de convertiros? Por que cuando coméis, día sí y día también, ensalada y verdura hervida, os quejáis de no poder otra cosa y además criticáis veladamente a las que si lo hacen, no lo estáis haciendo por una cuestión de salud. Lo hacéis por imagen, o por lo que creéis que es una buena imagen. Por que por desgracia la sociedad desquiciada, que publicistas y especialistas de marketing han creado a su antojo (por cierto, que no lo he dicho antes, soy licenciada en publicidad y relaciones públicas) así lo dicta. Por que es lo que le gusta a los chicos (que esto nos importa y mucho), es lo que es bonito a la vista, y es lo que otras envidian. Bien hagamos un ejercicio:

  • Los chicos: levantar la mano a los que le guste esto
  • Las chicas: levantar la mano si os parece agradable a la vista.

Con total sinceridad no la levantaría nadie (y si alguien la levanta bajo mi punto de vista tiene un problema). Esta chica se habrá matado a régimen (y la palabra matado no es ninguna exageración) y ¿para qué? Para que le guste a cuatro locos que dicen que eso es bonito, pero en realidad ni representa a nadie ni mucho menos gusta. Otro foto:


¡¡Olé Scarlett Jonhason!! Y no me he ido a una modelo especial de tallas grandes que no se ven en los escaparates y solo sabemos de ellas cuando les hacen un reportaje especial en alguna revista. ¡Olé, olé y olé! Una diva del cine, una chica guapísima y con CURVAS. Y ahora le ensañáis la foto a amigos, novios, primos, me da igual, y les preguntáis si no se la tirarían (además de conocerla como persona que debe ser interesante).
RECONOZCÁMOSLO que lo que queremos es gustar, ya lo sé. Que no todas somos iguales, ya lo sé. Pero que a la gente no le gustan los prototipos, ni las copias o calcamonías. A los tíos (y tías) les gusta hacer cosas con nosotras, no solo admirar lo increíblemente delgadas que estamos y el cuerpazo que tenemos. Demostrarles que cuando salen a cenar (o a comer con nosotras) no nos están haciendo pasar un calvario. Que viendo a alguien comer con gusto también se disfruta.

Y ya para terminar: el ser feliz se nota en la cara, en el cuerpo, en el pelo y en los ojos… y ser feliz incluye cuando nos sentamos a la mesa. Si nos apetece, nos podemos comer un solomillo; si nos entra hambruna a las cuatro de la tarde, una chocolatina. Y ya lo contrarestaremos con ejercicio y comida sana (pero no los 7 días a la semana los 12 meses del año). Si veis a una compañera comiendo algo alto en grasas y con gusto, decirle: dios que bueno tiene que estar eso, mañana me como uno. Porque os gusta, porque os apetece y os sienta bien. Y sobre todo, porque no podemos hacer de la comida, y nuestra salud, una barrera más.

Eso es todo, muchas gracias para los que han aguantado hasta el final. Si nadie lo ha conseguido, muchas gracias a Vero otra vez por dejar desahogarme.

Atentamente, María Guilarte Cobo, otra mujer perfectamente imperfecta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario