Hace tiempo que no escribía. No por falta de ganas sino de tiempo. Ha habido demasiados cambios en mi vida como para poder centrarme en lo que más me gusta. Pero ya estoy aquí de nuevo y hoy cargo con un post nostálgico.
He de reconocer que la efeméride se me ha pasado por completo. El pasado 26 de septiembre se me olvido que llevó 8 años en Madrid. ¡Cómo pasa el tiempo! 8 años en los que ha ocurrido casi de todo.
Después de más de 2.920 días en la capi he hecho 6 mudanzas, he convivido con 6 personas muy diversas, he estudiado en dos escuelas superiores, he trabajado en cuatro sitios, he aprendido árabe, he vuelto a revivir mi juventud con los más pequeños, he vivido infinitas fiestas y he comido más de 20 bocadillos de calamares. Incalculable la cantidad de gente buena que he conocido. En definitiva he crecido como persona tanto que no sabría ni decir cuánto.
Madrid me ha aportado mucha más de lo que podría pensar aquel día en el que llegó la carta de aceptación y lloré desconsoladamente por no querer dejar mi Bilbao natal. Pero tomé la decisión; no sé si por instinto, por impulso o por qué. Pero de cualquier forma una canijorris de 19 años llegó a la capital con su eterna amiga María. Dos niñatas que aprendieron mucho más de lo que esperaban.
Mis primeras fotos en Madrid |
No todo ha sido fácil y bonito. Echar de menos a mi familia -y por qué no decirlo, la comida de mi ama-, no vivir la adolescencia de mi hermana o no compartir algunos momentos con mis amigas de toda la vida me ha jodido pero cuando se toma una decisión siempre hay algo que perder. Aún así, ¡Qué son 400 kilómetros para una vasca! ;-) Nada porque cuando se quiere, casi siempre se puede.
Ahora el destino me ha llevado a Rivas. ¡Quién me lo iba a decir! Y sí para mí no es el sitio ideal pero es donde está la persona que me hace feliz. Así que con eso me quedo. Y el futuro, ya lo veremos.