Cualquier que me conozca tiene claro que soy una feminista empedernida. Una de esas que es capaz de enzarzarse en una conversación para indignarse con el patriarcado, la injusticia laboral y la falta de igualdad en esta sociedad. Una feminista que algunos llamarían feminazi. No me importa la etiqueta siempre y cuando yo tenga claro lo que soy.
Hoy estoy haciendo huelga. Se lo debía a las 56 mujeres y niños asesinadas por la violencia de género. Se lo debía a las violaciones que se producen cada 8 horas. Se lo debía a aquellas que cada día deben sufrir desigualdad salarial por el simple hecho de tener ovarios en vez de testículos. Pero sobre todo, me lo debo a mi misma.
Podríamos decir que ir a la huelga ha sido para mi un acto egoísta. En parte. Una forma de ayudarme a parar un momento para reflexionar, debatir y, sobre todo, reivindicar mi papel como mujer en esta sociedad. Porque un día no fue tan fácil hacerlo y quiero demostrarlo.
Hoy no puedo dejar de recordar a grandes feministas Clara Campoamor es la primera que se me viene a la cabeza pero la lista es infinita; Simone de Beauvoir o incluso Marie Curie por citar para mi grandes referencias que han demostrado que nuestro cerebro está ahí y puede obrar grandes cosas.
Es evidente que a ellas debemos agradecer muchas cosas. Pero nosotras debemos continuar su camino marcado. Una senda donde con esta huelga busco que las niñas de hoy y las que están por venir sepan que tienen las mismas oportunidades; sepan que pueden ser científicas, mineras o soldado sin que nadie les mire raro; que sepan que andar por la calle a las 4 de la mañana no es un peligro. La lucha muy diferente a la de estás grandes referencias, sigue siendo con el mismo objetivo: eliminar aquellas barreras invisibles que nos hacen estar por debajo.
Soy consciente de que la huelga por si misma no cambiará nada. Hoy todos nos teñiremos de morado, apoyaremos los manifiestos y nos iremos a nuestras casas a seguir con esa vida en la que continuamente hay actos machistas y de patriarcado.
Es evidente que a ellas debemos agradecer muchas cosas. Pero nosotras debemos continuar su camino marcado. Una senda donde con esta huelga busco que las niñas de hoy y las que están por venir sepan que tienen las mismas oportunidades; sepan que pueden ser científicas, mineras o soldado sin que nadie les mire raro; que sepan que andar por la calle a las 4 de la mañana no es un peligro. La lucha muy diferente a la de estás grandes referencias, sigue siendo con el mismo objetivo: eliminar aquellas barreras invisibles que nos hacen estar por debajo.
Soy consciente de que la huelga por si misma no cambiará nada. Hoy todos nos teñiremos de morado, apoyaremos los manifiestos y nos iremos a nuestras casas a seguir con esa vida en la que continuamente hay actos machistas y de patriarcado.
Sin embargo, el hecho de que llevemos más de una semana debatiendo sobre feminismo ya es un cambio importante que no debe parar ahí. Debe entrar en los hogares con corresponsabildad, en los lugares de trabajo con igualdad de oportunidades y en la sociedad en general con equidad. El camino abierto debe ser el primer paso para conseguir que leyes y conciencias cambien. Que la sociedad en su conjunto y los gobernantes en particular comiencen a entender que esto no es una lucha contras las hombres sino un movimiento en el que queremos contar con ellos. Y ese es mi gran objetivo por el que seguiré luchando otros 365 días más. ¿Te unes?