jueves, 30 de agosto de 2012

Cómo me toman el pelo. Volumen II


Después del primer tomo de "Cómo me toman el pelo", llega la segunda parte con historias más lejanas pero que igualmente demuestran que una de lo buena que es, es tonta del culo.

En fin esto me pasó hará unos meses. Resulta que iba por la calle, concretamente por la zona de Sol, y se me acercó un hombre. Su cara me resultaba familiar pero no sabía de qué. Resulta que me dijo que era escritor y me enseñó un libro supuestamente firmado por él.

El hombre siguió contándome. Me explicó que venía de fuera -tenía acento argentino- y que le habían robado la cartera. Su petición era dinero para el metro. Y su recompensa, una edición de su libro que me mandaría a mi casa.

La verdad es que me dio pena. Con el pasado familiar que tengo bien podría ser uno que yo me sé y dije "pobre, hombre y ¿si fuera él?". Así que saqué de la cartera 2 euros y todavía pensando de qué me sonaba su cara, se los dí.

El susodicho se fue rápidamente. Me dio las gracias y no le dio tiempo a más porque despareció. A todo esto me quedé pensando, esa cara me seguía sonando y ese cuento también. Pero ¿de qué? Al de 20 minutos caí. Empecé a recordar y efectivamente, el mismo señor me había contado el mismo cuento para sacarme unos euros. Y en los dos casos lo había conseguido.

En ese momento no sé si me dolió más que me timara por segunda vez o que no me acordara antes para decirle 4 cosas bien dichas. En fin, por supuesto del libro no supe nada. El señor tenía el don de timar pero no adivinar por ciencia infusa mi dirección.

lunes, 13 de agosto de 2012

Cómo me toman el pelo. Volumen I

Hoy me he indignado. No porque haya ido a la Puerta del Sol a gritar, que también lo he hecho, sino porque me he ido a casa con más leche que otra cosa. Y ¿por qué? Pues simplemente y llanamente por la jeta que tienen las personas. Me explico.

Salgo del metro de Príncipe Pío y me aborda un joven con buen aspecto diciéndome:
- ¿Hablas español?
- Sí - contesto-.
- Es que mira a mi novia le han robado la cartera - y me señala a una chica que está hablando con otros chicos - y tenemos que ir a Albacete pero no tenemos dinero para el billete-.
- No, lo siento, no tengo - olía raro a kilometros, sí lo confieso-.
- Por favor, te lo pido de rodillas es que tenemos que ir y claro el billete vale mucho y no tenemos cómo pagarlo -.
En ese momento, me he vuelto débil. Me he visto en la misma situación y he dicho, venga no me cuesta nada:
- Toma es lo que tengo - le he dicho, cogiendo la primera moneda que tenía en la cartera y dándosela-.

En cuanto he pasado por al lado de la chica que estaba con otra pareja, me he dicho esto huele a cuerno quemado pero no he querido darle más vueltas. El dinero estaba dado y he querido pensar que realmente era para un billete a Albacete.

Pero cual es mi sorpresa que al volver de nuevo al metro, me aborda la chica. Eso sí, más de 3 horas después. Se ve que reunir el dinero para Albacete cuesta mucho y es más fácil que ir a una comisaria a denunciar que le han robado la cartera. En ese momento he dicho, no lo siento, está vez no nos pillas - iba con mi querida Cristina-. Y esta ha sido la rápida conversación:

- Perdona, ¿habláis español? - la misma estrategia-.
- No, lo siento - he contestado rápido-.
- Ah, no? Pues deberías porque estás en España. Zorra. Hija de puta. - y otras cosas que ni quiero recordar   ha soltado la señorita por la boca mientras nos marchábamos-.

En ese momento, me han dado unas ganas de darme la vuelta, dejar de ser diplomática y darle una guantá que se le hubieran quitado todas las ganas de seguir engañando a la gente. Pero bueno una tiene más clase y simplemente se ha ido refunfuñando y pensando que si veía al novio o compinche le pediría su dinero. Por supuesto, el susodicho no ha aparecido.

En fin, es lo que tiene ser buena que te toman el pelo rápidamente. Lo peor. No es la primera vez. Pero eso lo dejo para otros capítulos.

sábado, 11 de agosto de 2012

De pérdidas

Reconozco que, en líneas generales, tengo mejor suerte de la que debería tener. No obstante, esta semana mi suerte ha ido más allá y lo que he tenido es una flor en el culo. No sé si ha sido porque es agosto, porque en Madrid nadie mira al suelo o porque mi ángel de la guarda andaba de guardia pero el buen sino ha venido a mí. Me explicaré.

Lunes por la mañana. Como cada día cojo el bus para ir a trabajar y de repente me doy cuenta que tengo el cajetín donde guardo el abono pero no el ticket del abono. Un pase mensual que ya cuesta más de 50 euros. Estamos a 6 de agosto. Tan pichi me monto en el bus y pago. Pienso que se me ha caído en un bolso en casa. Pero nada más lejos de la realidad. Llego a casa, empiezo a buscar y en los bolsos no hay nada.

Es entonces cuando comienzo a pensar "Vero, has perdido el abono a 6 de agosto". Mi mala leche va in crescendo. Todo un mes por delante para gastar en transporte tirado a la basura. En fin, comienzo a razonar y después de poner literalmente la habitación patas arriba, me doy cuenta que la solución no está en casa sino fuera de ella.

A por ello. Me voy a la terminal de autobuses de Avenida América. No tengo ninguna esperanza pero oye por preguntar. "No, aquí no han dejado nada", me contesta la encargada de la estación después de 15 minutos de espera. En fin, pues agotadas mis posibilidades voy a echar un vistazo en la parada de autobuses.

Allá voy. Y de repente, mi abono estaba allí. Hasta vi como me saludó. Pegué un salto de alegría que hizo estremecerse a un chico que tenía a mi lado. "Lo siento, es que he encontrado el abono", fue mi respuesta...

Puedo recordar otros episodios de pérdidas que al final salieron bien. No sé me olvida el DNI en un avión rumbo a Oporto en el que tuve que revolucionar a toda la policía portuguesa o el Creditans que cayó en un bar de fiesta y luego volvió a mi.

Pero no todo son buenas experiencias. Hace poco más de unos meses, sin darme la menor cuenta llegué a casa sin el teléfono móvil. Todavía no me explicó cómo me lo quitaron del bolsillo que llevaba en el abrigo pegado a mi cuerpo pero desapareció por obra y gracia de un simpático ladrón.


En fin, seguro que no soy la única con estas anécdotas. Pero ¿qué pasa si estás en el lado contrario? También me ha pasado.

Un día de fiesta me encontré una cartera en el suelo. La cogí, me la metí al bolso y pensé: "mañana será otro día y veré qué hago con ella". Mi conciencia no me dejó hacer otra cosa que buscar en el lístín de teléfonos -de aquella no había casi ni Internet- el número de la chica que había la cartera. Después de varias llamadas fallidas, dí con su padre. Le expliqué la situación y quedé con él para devolvérsela.

Resulta que la chica era de un pueblo tal como Leioa o Getxo por lo que me desplazé hasta Bilbao para quedar con ella. Supuestamente, porque quien apareció fue su padre el que después de hacerme una revisión, me dijo: "Bueno supongo que el dinero no estara". Me dieron ganas de coger la cartera y salir corriendo además de pedirle el dinero del viaje. Pero mi conciencia volvió a aparecer. Eso sí luego me ofreció una comida en un restaurante que regentaba del que ni me dio el nombre. Eso es ser agradecidos y lo demás tonterías.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Quiero seguir siendo tu amigo


El otro día salió el tema de conversación con otra chica sobre el típico "quiero seguir siendo tu amigo" después de dejarlo con una persona. Las dos estábamos de acuerdo en que mientras hay algo de ceniza, eso es imposible pero ¿después?

La verdad es que pienso que no. Hasta que algún día demuestre o vea lo contrario, al menos en mi caso, considero que ser amigo de una persona por la que un día lo has dado todo, sin pedir lo mismo es un poco complicado. Conozco casos que lo son y me parece fabuloso. Sin embargo, creo que no podría serlo.

Esto no quiere decir que no pueda saber algo de la otra persona de vez en cuando, eso por supuesto. Pero de ahí a mantener una amistad, va un trecho. Y creo que eso de saber "con quién se acuesta o con quién se levanta" no me sentaría bien, pese a los años.

Y más aún si una persona te ha hecho sufrir. Como comentábamos, está claro que los momentos buenos estarán ahí, pero los malos tampoco se olvidan y es por ellos, por los que se dejo la relación por lo que es mejor poner tierra de por medio y no remover mierda que puede oler.

Hay personas que no lo entienden. "No te he escrito en este tiempo porque me dijiste que no lo hiciera". ¿Y ahora? ¿Qué ha cambiado ahora? En fin, estos actos y frases típicas creo que son un acto más de egoismo que de respeto a la persona que ha pedido su tiempo.

Con esto no pretendo que nadie se sienta ofendido. Hablo en general sin querer ni pretender mencionar a nadie. Es solo una opinión que no pretende ir más lejos y me apetece plasmar. Ahora si quieres contar la tuya, abiertas las puertas en los comentarios.