martes, 31 de diciembre de 2019

Agur 2019, hola a un 2020 muy esperado


Es la hora de hacer balance de 2019. Un año con muchas, muchas historias pero con una noticia que estoy segura que cambiará mi vida para siempre. Allá vamos.

La buena nueva llegó un 27 de junio. Un día en el que lloré de alegría por una de las noticias que más esperaba desde hacía tiempo. Aquellas dos rayas que decían que estaba embarazada se marcaron por fin y me enseñaron - nos enseñaron porque en este camino he ido acompañada- que el que espera desespera pero el que la sigue también la consigue. Un camino que no ha sido nada fácil pero que ahora es especial cada día, y eso que casi no ha comenzado :)

Pero 2019 ha llegado con mucho más.

Nuevamente he podido viajar, reír y compartir. Quizás las 3 cosas que más me gustan en el mundo y donde sin vosotros - muchos de los que estáis leyendo esto y otros que no- no sería tan especial. Tenerife, Bilbao, Escocia, París o Barcelona han sido solo algunos de los destinos que me han invitado a seguir viendo nuevos mundos, encontrar realidades diferentes y estar más cerca de aquellos que más quiero.

El 2019 ha llegado con algunas tempranas salidas de este mundo pero también con llegadas muy esperadas. Un ciclo que para bien o para mal nos enseña lo que es vivir y que no todo es tan bonito o feo como nos hacen creer. 

Otro año más hemos asumido importantes retos con un evento que ya se ha convertido en una costilla más de la casa. Freak Wars ha conseguido atraer a 10.000 personas, instalarse en un pabellón profesional y ser, con todos mis respetos al resto, una cita que poco tiene que envidiar a muchos eventos profesional realizados por trabajadores asalariados. Y todo gracias a la locura que comenzaron Ross y Nico. No tengo claro si tengo que darles las gracias o el pésame por embarcarme en este proyecto que engancha. 

También he seguido apoyándome en la música y en el baile para demostrar que, aunque nunca sea la mejor en estas doctrinas, siempre se puede aprender y divertirse a partes iguales con mucha gente que merece la pena.

En 2019 también hemos seguido luchando por su vida, proyectos laborales o personales. Especialmente me acuerdo de aquellos que tengo muy cerca con enfermedades que nunca les deberían haber tocado. La lucha continua y aunque no sea fácil el día a día, va a tener su recompensa. Mucho ánimo. 

Pero miremos al futuro. 2020 va a venir muy cargado, de eso no tengo ningún duda. Cargado de novedades buenas y otra que seguramente no lo sean tanto pero nos quedaremos con las primeras después de digerir las segundas y así seguir disfrutando de un año con una cifra joven y fresca. Por el camino aprenderemos muchas cosas que viviremos por primera vez y que serán irrepetibles. 

¡A por 2020!

domingo, 10 de febrero de 2019

El bocachanclismo


Hace tiempo que me encanta este término: el bocachanclismo. La RAE, si lo aceptará algún día, podría definirlo como aquella persona que pronuncia comentarios o preguntas totalmente fuera de lugar y, en algunas ocasiones, con muy poca empatía y rozando la falta de respeto. Y ahí entra una gran variedad de situaciones en las que callarse siempre hubiera sido una mejor opción.

Me puedo calificar como una bocachanclista de libro. Son innumerables las ocasiones en las que he metido la pata diciendo cosas fuera de lugar. Algunas han sido anécdotas divertidas y otras es mejor enterrarlas porque dan vergüenza propia y ajena.

Sin embargo, con el tiempo he intentado (no siempre lo he conseguido) mejorar y pensar dos veces (o, al menos, una y media) lo que digo. Como digo, a veces lo consigo y otras, no pero lo importante es intentarlo.

El único consuelo que encuentro es que no soy la única. La comunidad de bocachanclistas es muy amplia y, en ocasiones, cuenta con tanta representación que me apabulla. Pero quizás eso es lo peor. Encontrar tantos semejantes y beber de mi propio veneno, sobre todo, cuando son bocachanclistas reincidentes.

Porque el bocachanclismo me ha dado tantas veces en la cara que muchas veces no he sido capaz de contestar de una forma adecuada. Un golpe de mala suerte para el que me he encontrado enfrente que se ha llevado el zas que seguramente se tenían que haber llevado de forma dosificada 10 personas antes. 

Aún así, hay diferentes grados de bocachanclismos. Meteduras de pata en tema banales que no van lejos de un malentendido o situación un tanto violenta. Y otros donde el bocachanclista en cuestión se recrea y encima intenta seguir ahondando en un tema que ni le va ni le viene y a todas luces, es delicado o no agradable para el receptor. 

En fin, quizás estas dosis de bocachanclismo las tengo merecidas como parte del pago del karma por la que yo he dado. Si es así, le prometo a quien equilibre esa balanza de ostias dadas y recibidas, que he aprendido. Gracias por darme en la cara pero prometo que he aprendido.