martes, 30 de diciembre de 2014

2014, año de cambios



Llega el resumen anual, un habitual en este espacio. Si este 2014 a punto de dejarnos tengo que definirlo con una palabra esta será cambio. Un año con muchas novedades en mi vida que ya anunciaba por estos lares.

Durante este 2014 ha habido muchas noticias. Geniales las que más, buenas muchas, regulares algunas y las menos por suerte, malas. Todas ellas han hecho un año apasionante en el que menos quieta he estado de todo.

En febrero comenzaron los cambios han dado sentido a la definición de este año. Muchas nuevas en una semana en la que de repente el gran Nicolás (lo siento pero este es mucho más grande que el famoso en todos los sentidos ;P) y una servidora veíamos que la vida bajo el mismo techo iba a tardar mucho menos de lo esperado. Y tanto que lo hizo.

Un día de primavera en el Retiro llegó la gran frase entre sandwiches: "Vero ¿Quieres vivir conmigo?". Casi me atragantó. La respuesta es evidente. Allá que fuimos. A por la nueva vida sin pensarlo dos veces.

A partir de entonces llegaron momentos de lo más variados hasta que finalmente hemos conseguido tener nuestro "Lemon House" más o menos encaminado. Ha sido un trayecto con todavía mucho recorrido y más de una queja por mi parte. Lo siento, Rivas no es el paraíso imaginado en mi mente pero he de decir que todos los ripenses y arrimados me han ayudado a ver el vaso medio lleno. Gracias a todos por ello.

Por supuesto, 2014 no solo ha sido un cambio de hogar y el comienzo de una vida nueva. También ha sido un año en el que he visto como mi familia y amigos tomaban grandes decisiones; consolidar una vida en común con una boda o con nuevas criaturas. Pequeñas y grandes personas que pese a que los tiempos y situaciones cambian, siguen ahí.

Gracias a todos por este 2014 lleno de sorpresas. Ahora veremos qué nos depara 2015. Espero que muchas nuevas vidas, proyectos e ilusiones cumplidas.

viernes, 26 de diciembre de 2014

Un coro y mucho más


Ayer volví a ver Los chicos del coro. Más allá de lo preciosa que me parece esa película, me volvió a recordar a mi época de corista. Sí, señores esta chica con voz de pito estuvo muchos años en un coro y no lo debía de hacer tan mal aunque no lo parezca.

En fin al lío que me lío. El caso es que me dio por pensar en todo lo bueno que me aportó el coro. Aunque no todo fue un camino de rosas, lo cierto es que me ayudó a ver mucho más de lo que podría haber imaginado.

Por un lado, viajar. El coro me enseñó países, paisajes, monumentos y personas que seguramente no podré ver en lo que me resta de vida. Experiencias que a partir de los 12 años me enseñaron que más allá de Basauri había mucho por descubrir. Lugares que me hicieron ver que eso de viajar es una de las mejores cosas que puedes hacer para apreciar todo lo que tienes.

Pero no fue lo único. El coro me ayudó a entender que era un grupo. Más allá de una voz, un coro no es nada sin sus coristas pero puede seguir siendo todo sin una de ellas. Esa es la verdadera esencia de un grupo. Así aprendí que nadie es imprescindible pero que todos aportamos algo.

Tolerancia. Fue el siguiente valor que aprendí. Más allá de compartir experiencias únicas con muchas personas, comprendí que no es fácil llevarse bien con todo el mundo y que es necesario muchas dosis de respeto y paciencia para convivir con algunos. Una formas más de aprender.

Autoestima. Aunque no ha sido el único paso que he tenido que dar en este sentido, el tener que salir a un escenario y poner tu voz -pese a que está acompañada- no es sencillo. De hecho, diría que es un acto de valentía y autoestima totalmente recomendable.

En definitiva, mis años en ese pequeño coro fueron unos grandes años que me ayudaron a ser como soy. Gracias Soinu Bidea.