Por una parte, me alegro del comunicado y reconozco que me lo creo, al menos, eso es lo que dice mi corazón aunque mi razón se niega a ello. Me lo quiero creer porque ya han sido demasiados años y pese a que el fin de ETA no es el fin de la dictadura de opinión que se vive en el País Vasco, es un paso.
Por otra parte, y hay que ser muy ignorante para no darse cuenta, la acción de ETA no es casual. A las puertas de las elecciones del 20N y con una conferencia de paz en la que todo el mundo se ha enterado del conflicto vasco -o más bien la lucha armada que tenían ellos porque somos muchos vascos lo que no tenemos ningún problema en reconocer que somos españoles-, es el momento ideal para dejar las armas y dar paso a otras fórmulas para conseguir el objetivo: la independencia del País Vasco.
Así, ETA le pone las cosas mucho más fáciles a Bildu, quienes ya se estarán frotando las manos en estas elecciones sabiendo que el porcentaje de votantes subirá como la espuma. Perfecto, no hay problema todos sabemos quién es Bildu y si aún así les votamos es nuestro problema, ahora que me parece totalmente legítimo que se presenten a las elecciones tal y como lo hace el partido antitaurino o el partido franquista. Ahora bien, somos los votantes lo que decidimos quiénes queremos que estén en Gobierno, quiénes nos van a representar durante 4 años asi que por una vez la responsabilidad de tenerlos o no en el mando es nuestra.
No tengo mucho más añadir a esto que pienso, sólo que me alegro que poco a poco el País Vasco se convierta en una autonomía democrática donde, aunque muchos no estemos de acuerdo, haya personas que quieran el independetismo. Eso sí que lo defiendan democráticamente, ahora bien si alguien me pregunta -como hizo un amigo el otro día- qué porcentaje saldría en un hipotético referéndum sobre la independencia vasca, quiero creer que sería un 60% en contra y 40% a favor. Prefiero pensar que todavía somos más los que apostamos por España aunque todavía tengamos miedo de decirlo.