Sin embargo, mis despedidas me han aportado mucho más que todo lo que pensaba en un inicio. Más allá de los pitos y las tetas que han abundado, he descubierto que soy una afortunada por tener tanta gente a mi alrededor que me quiere, me escucha y se organiza con un solo fin: hacerme pasar un gran momento. ¡Y cuánto!
Soy muy consciente de que organizar una despedida es algo harto complicado. Poner en orden ideas, aglutinar personas en un proyecto común y conseguir que en ese camino no haya discusiones, bajas o malosentendidos ya es toda una proeza. Sin olvidar que es un desembolso económico que aunque parezca menos importante, también lo es. Por eso, es lo primero que quiero destacar: la gran organización y derroche de ideas de todas ellas en las que se han involucrado gente de muy diversa índole. Agradecer a esos minutos de reflexión, incluso de aquellos que sé que no han podido estar.
Pero no solo eso. Me ha sorprendido como todas llevaban una seña de identidad: la personalidad. De una forma u otra en todas he visto cómo tenían dosis de imaginación para conseguir agradar. Incluso he visto cómo ciertas personas han hecho cosas que no estarían dispuestas a hacer en condiciones normales. ¡Y todo por mi! Esto son palabras mayores que llegan con los ojos cristalinos.
Sinceramente nunca pensé que estas cuatro grandes citas que he vivido fueran a significar tanto y demostrarme tanto de amigos y familiares. Desde el peine comprado para peinar mis melenas púbicas, los momentos vendiendo galletas en el Retiro hasta llegar a vestir a otro futuro de novia o la celebración de una boda medieval.
Reflexionando un poco más allá abogaría por cambiar el nombre de estos momentos. Para mi poco han tenido de despedidas sino más bien de puntos y seguidos que me hacen querer con más ahínco a todos aquellos que se han involucrado, que han puesto su granito de arena, que se han movilizado y que han aguantado millones de WhatsApps o correos electrónicos -eso también digno de alabar-. Puntos y seguidos que me dan más fuerza para seguir creyendo que la amistad y los ratitos buenos son vitales para continuar en esto que llaman vida.
Podría estar todo el día agradeciendo y poniendo en orden todo lo que me han hecho sentir estas celebraciones pero creo que mejor me quedo con estas cuatro fotos y digo: ¡Vivan los organizadores! e infinitas gracias.
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