domingo, 2 de junio de 2013

Nuestra sobreabundancia


Los hoteles de lujo me dan que pensar. Un hotel donde los metros cuadrados en las habitaciones se cuentan por cientos, donde hay servicios para 100 personas a las vez y donde parece que no hay nadie pero realmente está a más de un 50% de su capacidad.

Un hotel que demostró que vivimos por encima de nuestra posibilidades. Por supuesto no habló de las posibilidad económicas que nos pretenden vender los políticos sino las posibilidades como sociedad. Hemos llegado a un punto en el que todo tiene que ser monstruosamente grande para mostrar nuestro poderío humano. Una fuerza que no tengo muy claro que quiere demostrar o quizás sí, superioridad.

Tampoco es algo de nuestra civilización únicamente. Solo hay que ver las pirámides de Egipto o la catedral de Sevilla, una de las más grandes del mundo, para darse cuenta de que es algo innato a los humanos. Nos gusta fardar de los grandes que podemos llegar a construir.

Si bien los lugares pequeños también tienen su encanto, lo cierto es que después de recorrer algunos lugares de todo el mundo, lo cierto es que cuantas más estrellas tiene el lugar, más altos son los techos y más amplios los espacios.

Sin embargo, no creo que sea necesario tanta superioridad para demostrar que estamos en un lugar de lujo. Ni necesarios tanto baños para hacer lo mismo que el resto de la humanidad: mear. En fin, no soy amiga de esta plenitudes, mejor me quedo con sitios que no necesiten demostrar que son esplendorosos porque lo son por ellos mismos.

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