viernes, 1 de junio de 2012

El consumismo en estado puro

Los madrileños adoran los centros comerciales. La primera vez que vine a Madrid me sorprendió ver que había más grandes almácenes -qué arcaica suena esa expresión- que champiñones. Daba igual por dónde entrarás a la capital que te encontrabas con grandes letreros que anunciaban el consumismo exacerbado. Para una chica de provincias como yo -por aquel entonces en Bilbao solo había un gran centro comercial al que había ido 2 veces contadas y el famoso Bilbondo que solo tenía un Eroski-, aquello era demasiado.

Sin embargo, eso era solo el principio. Al ver el comportamiento de los madrileños entendí porque había tanto "champiñón" suelto: porque era su principal lugar de entretenimiento, un club social para muchos sin el que no podían ni puede vivir, necesitan la visita semanal.

Después empecé a convivir con ello: "bueno si para socializarse hay que ir, pues iremos", pensé. Poco a poco me tocó ir a esos lugares que, aunque a día de hoy siguen sin gustarme, puedo convivir con ellos. De hecho, creo que mi relación con los centros comerciales es de amor-odio; son muy prácticos para encontrar cualquier cosa pero me agobian. Sigo prefiriendo las tiendas de barrio, que claro van muriendo en las calles madrileñas.

Creo que la diferencia radica en la percepción. Mientras que los madrileños ven esto en los centros comerciales:



Yo, al entrar en uno no puedo ver nada más que esto:



Entonces no puedo evitar poner esta cara de pánico y/o agobio ...



Ahora creo que lo que peor me sienta de los centros comerciales son los niños. No por ellos -pobres mios si son unos santos- sino por sus padres. ¿Cuál es el motivo que les ha llevado a creer que estarán mejor jugando en un centro comercial que en un parque? Ah que en un parque hace más frío o calor y no hay un terraza para tomar algo, ni un payaso para entretener a sus hijos. Ah claro que en un parque tendrán que estar cuidándolos en vez de despreocuparse y dejarlos en el castillo hinchable.

Desde mi humilde opinión, es un poco triste que haya niños que pasen tardes enteras en un centro comercial. Entiendo que haya ocasiones en las que el paseo por allí sea inevitable pero por favor, padres del mundo, no dejen que sus hijas vivan en una Gavia, Xanadú o Plaza Norte 2.

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