lunes, 24 de agosto de 2015
La absurda manía del monolenguaje
Luchar por tener una identidad diferente, por derechos humanos o por potenciar nuestro idioma me parece perfecto. Pero de ahí a imponerlo y que parezca que tiene que ser la única forma de expresión me parece exagerado y que ayuda poco al objetivo final.
Uno de los miles de ejemplos que hay me lo encontré ayer en fiestas de Bilbao. Un año más los vasos reutilizables venían impresos y esta vez con mensajes pro igualdad y en contra de la homofobía y racismo.
Eso sí, el mensaje solo en euskera como podéis ver en la foto. Entonces yo me pregunto: ¿Qué pasa si no sé euskera? ¿Qué pasa si vengo de otras partes de España o simplemente del extranjero? Pues que dará igual que me ponga "Por unas fiestas sin sexismo, LGTB-fobia y racismo" o "Mi tía la del pueblo también le gustan las fiestas", total no me voy a enterar del mensaje sensibilizador.
Con esto no pido que se elimine el euskera ni mucho menos. Al contrario, me parece que seguir utilizándolo es la mejor forma de mantenerlo vivo y por ello me parece perfecto que se utilice en las calles, que se exponga en fiestas o se utilice cualquier excusa para impulsarlo. Pero de ahí a caer en la dictadura de solo el euskera creo que es un problema que solo trae puntos en contra.
Para motivar su aprendizaje, ayudar a comprenderlo a personas que no lo entienden -que son muchas más de las que pensamos-, se podría hacer uso de su traducción en castellano. Una bonita forma de enseñarlo.
Pero no, mejor ser cabezones y optar por que nadie nos comprenda. Por ver a la gente con cara rara al leer cosas como estas y pensar que los intolerantes, en muchas ocasiones cuando nos dejamos llevar por los carteles monolenguaje, somos nosotros.
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