jueves, 2 de julio de 2015
Cuando el maltrato era invisible para la sociedad
Curioso como lo que ahora parece totalmente juzgable y deleznable, hace unos 30 años era una nimiedad para el Gobierno, policía y sociedad, en general. Y hablo de una cosa tan seria como los malos tratos.
El tema lo están tratando en Amar es para siempre - sí cuando tengo un rato lo veo, soy una telenovelera confesa- de una manera que hace, cuanto menos, pensar en todo lo que hemos avanzado, aunque en ocasiones parezca que no.
La maltratada Clara y el maltratador Juan, arriba en la fotografía de cabecera, creo que lo hacen suficientemente bien como para que se entiendan las dos versiones. Por un lado, la abnegada esposa que prepara la cena a su marido, es casta e intenta complacer a su marido en todo pero nunca lo consigue. Por otro, el papel bordado del marido maltratador que cualquier excusa le es perfecta para pegar a su mujer y tenerla atemorizada día y noche.
Pero quizás lo más interesante de este caso ficticio es el tratamiento de la sociedad. Por un lado está la familia que en cuanto se entera de los maltratos apoyan incondicionalmente a la víctima. Un hecho quizás demasiado utópico teniendo en cuenta que estamos en la década de los 60.
Y por otro, tenemos a la justicia y leyes gubernamentales de la España de entonces. Una España donde Franco prohibió el divorcio promulgado por los republicanos en 1932 y retomado en 1981 con la llegada de democracia.
Una España a la que le importaba más bien poco lo que podía pasar en el seno familiar y veía normal las palizas. Una España donde, y cito textualmente lo que dice el comisario de la serie, "la policía no puede intervenir cada vez que un hombre pega a su mujer o su hijo". Una España donde abandonar el hogar por parte de la esposa era ilegal. Una España donde la Guardia Civil si estaba para hacer volver a las mujeres con su marido maltratador.
30 años. Solo 30 años desde que todo esto fuera totalmente normal. Se me hiela la sangre solo de pensarlo. De intentar entender cómo lo que está pasando Clara en la ficción, fuera una realidad para muchas mujeres. Impresionante lo cruel que puede ser el ser humano consigo mismo. Y lo peor es que las mujeres casi siempre nos llevamos la peor parte.
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