Siempre me han encantando los dichos, no es nada nuevo. Pero este con el que titulo hoy es especialmente adecuado para el tema que quiero tratar: lo mal que se hacen las cosas en los sectores que se deberían hacer bien.
Debido a mi curro -he cambiado un pelín de rumbo siendo ahora la responsable de MuyCanal, aunque no dejo de lado mi querida MuyInternet-, he visto estos días muchas empresas dedicadas a la distribución informática y me ha surgido una gran duda ¿por qué el canal informático es el sector menos actualizado?
Estos días me ha tocado revisar webs y webs de distribuidores, integradores, proveedores... y en todas ellas -salvo algunas excepciones- he visto una tónica general; sitios con diseños que dejan mucho que desear, poca accesibilidad, nula usabilidad, vamos, unos sitios que si los hubiéramos visto en los años 90 hubiéramos dicho que eran lo último de lo último pero señores, que ya estamos en el siglo XXI en la era de Facebook, Twitter y por lo menos, el gusto por un diseño.
No digo yo que todas las empresas tengan que gastarse una millonada en diseño web -y menos en los tiempos que corren- pero por lo menos dar un buen servicio. Me imagino al potencial cliente que entrar a echar un vistazo a la empresa de la que le han hablado, cuanto menos se le tienen que salir los ojos al ver algunas webs. Y ya no intentemos hablar de versiones móviles o para tablets porque no encontraremos demasiados ejemplos.
En los tiempos que corren tenemos servicios webs (Jimdo, Wix, entre otros) que de forma gratuita nos permiten hacer un sitio web aceptable. Pero iré más lejos, por 5 euros mensuales -menos de lo que seguramente nos gastamos en móvil- podemos tener incluso una tienda on-line. ¿De verdad es tanto perdir?
Para acabar, terminaré con una anécdota personal: hace mucho tiempo le pedí a mi padre, un humilde pero profesional fontanero de los que ya no quedan, que me pusiera en casa un grifo termostático -si de esos que sale el agua a la temperatura que quieres-. Aquí comenzó mi largo período de hija cansina que todas las semanas le recordaba el grifo. Me costó pero por fin un día llegó a casa con las herramientas y el gran invento de la grifería. Desde entonces, todos los días cuando se ducha me dice "qué maravilla, hija, que alegría tener lo que pongo todos los días en otras casas". Ahí está el kit de la cuestión. Aunque sólo sea por el gusto personal, por favor actualizar vuestras webs, seguro que vuestros ojos os lo agradecen.
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