Podría decir que los camellos, shimmy y mayas son tres pasos de danza del vientre pero realmente para mi son mucho más. Son coraje, son autoestima, son aprendizaje y son afán de superación. Porque eso es todo lo que me han hecho sentir en siete años -qué vértigo me ha dado cuando he caído en la cuenta- de inmersión en esta danza.
Seguramente en este post no diga nada nuevo respecto al que escribí hace ya tres años. O quizás cuente cosas muy diferentes. No lo sé. Tengo tantos sentimientos en mi mente alrededor de estos movimientos orientales que intentaré definirlos un poco. Aunque no prometo nada.
Mentiría si dijese que la danza es solo eso. Gracias a los camellos, shimmy y mayas, entre otros muchos pasos, he conocido a gente que me ha enriquecido tanto que no sabría como agradecérselo. El destino me ha separado de muchos pero no ha permitido que me olvide de todo lo que he aprendido a su lado. Porque moverme al son de un Habibi o Yala, Yala no hubiera sido lo mismo sin la compañía que ha habido alrededor en todos estos años.
Y quizás hoy tiraré por ahí; por loar a esas compañeras y profesoras que sacan sonrisas, que cuentan chistes estúpidos o que simplemente te dan ánimos cuando piensas que tus caderas son amorfas o que hoy no es el día para que todo salga perfecto. Porque si he aprendido algo gracias a esas compañeras y por ende, la danza es que la perfección no existe, que cada uno tenemos una virtud que nos hace especiales -y de que manera-, que caerse no es tan importante si nos levantamos y que una sonrisa o abrazo -esos que tanto me cuesta dar- son el mejor consuelo para todo.
Y es que la autoestima, el valor, la fortaleza y la valentía que me ha ayudado a sacar la danza del vientre, no sería igual sin alguien con quién compartirlo. Porque compartir momentos en lo mejor que nos pueden dar otras personas. Así que va por ellas, por todas esas compañeras y profesoras que me han hecho crecer y me siguen haciéndolo día a día. Gracias y mil veces gracias.
Post especialmente dedicado a aquella persona que me pidió que lo escribiera. Ella sabe quién es.
Espléndido, sin palabras. Al final la danza y la vida se basan en la realimentación con "los otros". Vosotras sois mis grandes maestras también.
ResponderEliminarUn abrazo y... Enhorabuena, dicen que segundas partes nunca fueron buenas, pero yo sabía que tú podías conseguirlo ;)
Gracias y mil veces gracias :-)
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