domingo, 31 de diciembre de 2017

Adiós a un 2017 de saltos


Con la despedida de 2017 llega la hora de mi tradicional evaluación del año. Un momento de sosiego entre tanto turrón y villancico para ver cómo ha sido este 2017 lleno de saltos.

Saltos de alegría por noticias importantes en forma de nuevas vidas, nuevos proyectos y nuevas oportunidades de aquellos que están más cerca pero también, los que no lo están tanto. Saltos de tranquilidad porque el mundo se ha puesto en su sitio para personas importantes y veo felicidad allí donde antes veía hartazgo y desilusión. Saltos de bienestar porque sé que muchos siguen estando ahí por muchos años que pasen. Saltos viajeros para llegar a otros lugares, países y continentes donde ver con otros ojos la vida.

No todos los saltos han sido positivos. 2017 también nos deja saltos de rabia porque no todo es perfecto y el puto cáncer prosigue como una lacra en las vidas de los más luchadores. Saltos con gritos desgarradores porque, por desgracia, el sufrimiento y las injusticias, grandes y pequeñas, siguen a diario tocándonos a todos.

Pero quizás el salto más importante que he dado en este 2017 ha sido al vacío. Un lugar donde he visto a algunos miedos de frente en el fondo -uno de tantos que habrá-. Una zona que simplemente me ha servido para tomar impulso y encontrar a muchos que me han hecho más fuerte. Pero, sobre todo, desde el que me enorgullezco haber aprendido a quererme más.

El trayecto lleno de saltos no ha hecho más que empezar. 2018 servirá para continuar practicando esos saltos. Unos pasos al aire que no quiero dejar de dar porque son la única manera de conseguir alcanzar esos objetivos que aún persisten en mi cabeza. ¡Entre salto y salto, nos vemos!.

¡Feliz 2018!

lunes, 18 de diciembre de 2017

Sin sujetador no hay paraíso

No fue hasta 1914 cuando estadounidense Mary Phelp Jacob, más conocida como Caresse Crosby, patentó el primer sujetador. Antes, las mujeres llevaban corsés de metal o incluso nuestras antepasadas romanas y griegas utilizaban bandas en los senos que realizaban la misma función.  Pero ¿porqué tanto revuelo con una prenda de vestir? Quizás porque es algo más que eso.

Existe una corriente de feministas que abogan por dejar de llevar el sujetador. Algunas, como la del vídeo que os pongo a continuación, dan sus razones. Con algunas estoy de acuerdo, otras me parecen extremistas y otros simplemente me parecen un sinsentido pero detrás de esto hay algo mucho más importante: la reivindicación de la mujer y de ser quién quiere ser .


Y es que es curioso como una prenda de vestir supone tanto para una mujer. Tanto que no podemos salir de casa sin ella e incluso cuando nos lo quitamos podemos sentir que estamos desnudas. Una prenda que para algunas supone una bendición en cierto modo pero para otras supone una tortura impuesta.

Un martirio difícil de comprender para aquellos que piensan que las mujeres no tenemos porque seguir los cánones pero a la vez les parece ridículo o bochornoso que alguien vaya sin sujetador. Curiosa paradoja.

Atreverse a no llevar sujetador por el motivo que sea supone criticas, miradas y comportamientos de todo tipo. No solo del sexo contrario sino del nuestro propio que, en la mayoría de los casos, somos más crueles aún. Y es ahí donde se demuestra que el sujetador es mucho más que esa prenda de vestir que llevamos todos los días.

El sujetador se convierte así en un artículo que nos vuelve a confirmar que somos esos objetos que tenemos que ser; esos objetos que deben demostrar que se tiene pecho sin tenerlo (para eso están los wonderbra y compañía), que deben enseñar lo suficiente para no ser una monja pero a la vez no ser una puta y que deben estar sin ser vistos porque es indecoroso que sea de otra manera.

En definitiva, esa prenda de vestir que nos vuelve a mostrar que, pese a todo, seguir las normas es lo que debe hacer una mujer.