viernes, 27 de mayo de 2016

Conversar de todo y de nada


Siempre me ha llamado la atención esas parejas que llevan toda una vida juntas. Y más aún, admiro a aquellas que pese a no separarse ni un minuto siguen teniendo cosas que decirse; detalles que comentar o incluso, temas que discutir.

Conversar de todo y de nada me parece un concepto perfecto para estas parejas. Conseguir seguir comunicándose, riendo, soñando o criticando la vida. Continuar diciéndose las mismas tonterías o aquellas palabras de amor que un día se dijeron con fevor y hoy lo hacen con sabiduría, cariño y experiencia.

Pero esta perspectiva no es única de las parejas, es extensible a padres e hijos, amigas de toda la vida o incluso a esas abuelas que son madres. Todas esas personas que pese a estar siempre muy cerca siguen conversando sin perder el ritmo.

Y utilizo la palabra conversar deliberadamente porque, aunque no lo parezca, dista mucho de hablar. Ese acto de emitir palabras que podemos practicar solos o con cualquiera. Pero aquello de conversar es otro rango que se relega a ciertas situaciones y personas.

Y es que en tiempos de redes sociales, parece que el arte de tener una buena conversación sin mirar el móvil se ha perdido. Soy la primera que peco más de lo que debería de esa costumbre, ser casi nativa digital es el legado que me ha dado. Sin embargo, tengo claro que apartar el móvil es lo mejor que puedo hacer ante esas personas con las todo el tiempo es poco. ¡Qué vida las conversaciones de todo y de nada!

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