Ya lo decía Elvis Presley, Viva Las Vegas. Y oye otra cosa no pero vivir esta ciudad es lo más sencillo que se me ocurre porque es el lugar donde cualquier cosa puede ocurrir y todo se puede conseguir. Con dinero de por medio, por supuesto.
Reconozco que tengo sentimientos encontrados respecto a Las Vegas. Llevaba mucho tiempo queriendo conocer la ciudad (y si no que se lo digan a los que me tuvieron que aguantar durante una semana pidiendo desviarnos a este lugar) pero ahora que ya me la he recorrido -mis pies dan fe de ello- tengo una sensación extraña.
Por un lado, me ha gustado la experiencia. Es un lugar increíble, muy al estilo americano donde todo tiene que ser a lo grande y espectacular. Una ciudad donde puedes encontrar casi de todo y que ha conseguido traer lo mejor de París, Venecia, Egipto o Nueva York o incluso mejorarlo -aquí no huelen a cloaca los canales ;-)-.
Sin embargo, detrás de eso hay muchas cuestiones que no me han gustado. Más allá de la espectacularidad de sus edificios, las recreaciones impresionantes de cada uno de los lugares, estamos ante una ciudad que solo potencia dos cosas: el consumo y el sexo. Y no sé que me gusta menos.
Por supuesto, sabía que en Las Vegas no me iba a encontrar a hermanitas de la Caridad dando misa o música clásica en cada esquina. Pero he de decir que todo ha superado mis expectativas. Muy americano esto también.
Lo del consumo me lo esperaba bastante pero encontrarme cada paso hombres anuncio ofreciendo literalmente "chicas de culos calientes", mujeres en bikini dispuestas a sacarse una fotografía y lo que haga falta o máquinas tragaperras donde las tetas de las protagonistas son más grandes que los botones (incluso botones, si te apuras) ha podido conmigo. Si me he metido en la boca del lobo, diría alguno pero de verdad que era una ingenua al pensar que no iba a ser tan tan exagerado.
Pero quizás lo que más me ha llamado la atención no es solo esto que era de esperar sino ver miles de familias con niños paseando y viendo culos y tetas por doquier. ¿De verdad Las Vegas es un destino turístico familiar? Mira que lo dudo y mucho. Pero parece que a muchos les parece el lugar perfecto para sus canijotes.
Así, me voy con un sentimiento encontrado. Una sensación de que la ciudad en sí me parece digna de ver (con una vez más que suficiente, eso sí) y por otro lado, un lugar de esos en los que parece que la mujer no ha conseguido dejar de ser un objeto.