viernes, 18 de mayo de 2012

Malas pulgas matutinas


Dicen que si una mujer es guapa cuando se despierta, es bella en cualquier circunstancia. Con este dicho por delante ahora entiendo porque soy del montón. Mis despertares son épicos y no porque sea como la Cenicienta que se levantaba cantando entre pájaritos sino porque me parezco más a la bruja de Blancanieves.

Soy incapaz de levantarme con un despertador y pensar: "¡qué bonito es el mundo, voy a comermelo!". No puedo, no puedo. Quizás, después de mi PAM (período de adaptación al mundo) soy capaz de coger el mundo con las manos pero en la primera media hora me cuesta hasta articular palabra. Cualquiera que me haya visto despertarme sabe de lo que hablo.

Y es que no entiendo las personas que son capaces de levantarse y ponerse a hablar, comentar las noticias, sonreír... vamos hacer cualquier cosa que para mi requiere un esfuerzo sobrehumano en los primeros minutos matutinos o vespertinos, depende como se haya dado el día y/o noche. Cualquiera que lo consiga sin esfuerzo es un heroé para mi.

En fin que soy de malas pulgas en las primeras horas del día. No lo puedo evitar. Pasados esos horrosos minutos vuelvo a ser yo. Dos personas en una, oiga como el Carefour :-)

miércoles, 16 de mayo de 2012

Tallas


¿En qué mundo vivimos? En una sociedad donde tener una 44 es comenzar a estar gorda, en un mundo donde encontrar unos pantalones para una chica como yo es toda una hazaña. En un lugar donde una portada como la que vemos arriba es noticia porque aparece una mujer con curvas.

Nunca he dicho que esté delgada pero si me cuesta imaginar que sea la única que tenga una 44-46. De verdad, ¿solo existen las chicas de la talla 38? Yo cuando voy por la calle no veo tantas y quizás por ello son las únicas tallas que veo en las tiendas. De ahí para abajo. Y eso me crispa.

Entiendo que pueda gustar una chica más delgada, que los cánones de belleza exijan entrar en una 38 o que las modelos tengan que tener una talla, en mi opinión, irrisoria para ponerse encima de una pasarela. Pero de ahí a que tener un poco más de curvas de lo normal -si hay una talla normal, claro- se pague con tener que aguantar los limites de la moda y las absurdeces de algunas. Y no estoy exagerando, os contaré lo que me pasó hace unos años:
Fui a El Corte Inglés y vi una chamarra vaquera -chaqueta para los que no son vascos- que me gustó en Fórmula joven. La talla era una 44 pero resulta que me quedaba un poco justa. Así que al no ver una talla más, fui donde la dependienta y la pregunté: "¿Perdona una talla más de este modelo?" y cual mi sorpresa que su respuesta fue: "¿Una talla más? Será una chaqueta para una chica muy gorda, no?". Me quedé ojiplática y le respondí: "Perdona es para mi pero ya no la quiero". Desde entonces, nunca he comprado en Fórmula joven. Salí con un cabreo considerable de la tienda y creo que nunca más he tenido una chaqueta vaquera.
Y es que como bien decía hace no mucho mi primera y única colaboradora en este blog, las mujeres tenemos estamos demasiado preocupadas por el físico, algo que nos impone la sociedad con sus estereotipos. Y el problema no es que seamos gordas o delgadas -en oriente la mujer con curvas es la más admirada y sino que se lo digan a una servidora-.

Desde mi humilde blog hago una alabanza a la talla 44-46, las mujeres con curvas y una petición que puede ser un ruego: que nos queramos con una 38, 44 o 50 porque si nos preocupamos por gustar solo a los demás no lo conseguiremos nunca.

martes, 8 de mayo de 2012

De norte a sur

Que choto, chamarra o papo no es lo mismo en Bilbao que en Madrid, lo he ido descubriendo con el tiempo y algunas anécdotas graciosas. Sin embargo, hay muchas más palabras que no solo difieren en cuanto a significado sino que también se usan en algunos lugares con frecuencia y en otros, ni se conocen.

Me parece curiosa esta diferencia. España es un país, en términos comparativos, pequeño pero con una riqueza lingüística de nuestro lenguaje demasiado grande. Y ya no hablemos fuera de nuestras fronteras. Las diferencias con el español de Latinoamerica hace que nuestro idioma tenga una variedad increíble. Y eso me gusta.

Por poner solo algunos ejemplos os contaré algunas palabras curiosas de diferentes zonas de España. Tener una madre chicharrera, un padre palentino, un abuelo gallego y ser vasca de nacimiento y madrileña de adopción tiene sus ventajas y esta es una de ellas. Para los tinerfeños las cotufas son las palomitas, las guaguas los autobuses y las gavetas los cajones, para los castellanos chiguito es un joven y la rodea es un trapo de cocina. Para los gallegos una marusiña es una mujer y carallo una forma de cagarse en los más barrido. En Bilbao la chamarra es el abrigo, el balde el cubo de la fregona, el choto el gorro del abrigo, potxolo es bonito y el txirimiri el mojatontos. En Madrid el papo es la vagina -que fino me ha quedado para ser yo-. También piltra y peluco son atribuibles al vocabulario castizo pero creo que estos términos se han extendido a otras provincias porque yo las conocía antes de llegar aquí.

Pero para tener una perspectiva más amplia, os dejo con esta infografía que he extraído de Punto Geek donde nos dan más palabras que significan lo mismo en diferentes países de habla hispana. ¡Vaya locura!