miércoles, 26 de junio de 2013

Habla con mi mano

Nunca aceptó el cariño pero en el fondo sabía que lo necesitaba. Nunca tenía buenas palabras en su boca pero en el fondo sabía quién le apreciaba. Nunca demostró sus habilidades pero era un genio de la pintura y el ajedrez. Así era Ricardo, un niño que la vida no le quiso demostrar todo lo bueno que había en ella sino el lado más feo de las cosas.

Sus dibujos de penes, pistolas y coños se quedan en mi memoria. Su "habla con mi mano" o "déjame en paz" seguirán ahí per secula seculorum. Pero, sobre todo, me quedo con aquel niño que un día me dibujó uno de los peces más bonitos que he visto nunca, un animal que encerraba todo lo bello de la fauna y lo feo de su vida.

Tampoco me olvido de su ingenio para crear historias de lo más escabrosas o su capacidad para ver sin ser visto y mostrar sin demostrar. Una inteligencia que pocas veces mostraba. Una habilidad que llevo tan al límite que le ha hecho dejarnos sin palabras al saber que ya no veremos más sus dibujos o sus tacos.

Allí donde estés, si realmente hay vida más allá, Ricardo, espero que la vida te dé la oportunidad de ser feliz. Una oportunidad que no tuviste en 11 años.

Un abrazo de esos que nunca me dejaste darte.

domingo, 23 de junio de 2013

Larga vida a la desigualdad

Supongo que un titular así no dejará indiferente a nadie que me conozca. Sin embargo, más allá de mis deseos de igualdad, creo que la desigualdad tiene una larga vida. Al menos la que veo a mi alrededor.

No voy a hablar de los siglos que las mujeres han estado restringidas a un espacio de cuatro paredes denominados casa sino de lo que nos queda por delante que muestra un futuro que no promete la igualdad.

El sociólogo Javier Elzo también lo ve así. El profesional se remite a los datos sobre violencia de género entre los más jóvenes. En 2010 no existían estadísticas sobre maltratos entre adolescentes mientras que en 2011 ya se catalogaban unos 473 casos. Una cifra que, a juzgar por la opinión del experto, no tiene indicios de reducirse viendo las conductos de estos pre-adultos. ¿Hemos vuelto para atrás en materia de igualdad? Quizás nunca hemos avanzado tanto como pensamos.

Mis conocimientos de desigualdad entre adolescentes no van más allá de una hermana de 20 años y su ambiente y mi experiencia con niños en un centro de día infantil. Con estos datos el panorama que veo a mi alrededor es desolador. Los comentarios, actitudes y valoraciones del siglo XXI que oigo y veo, me trasladan directamente a la Prehistoria.

Por un lado, estamos cada vez más en contacto con personas de otros países y continentes donde la cultura todavía es mucho más machista y por otro, los estereotipos no terminan de dejarse a un lado. Frases como "no puedes jugar al fútbol porque eres chica" o "ya limpio yo lo de los chicos" son tan reales como la sociedad en la que vivimos. Y me da miedo, pena y asco a la vez.

No puede ser que después de todo lo que hemos adelantado en materia de derechos, los jóvenes sigan viendo como natural que los chicos tienen que jugar al fútbol y las chicas esperar a su príncipe azul. No puede ser que sigan siendo ellos quienes eligen a la chica con la que salir ni que ellas no puedan permitirse el lujo de arremangarse la camisa y decir "yo quiero lo mismo que tú, necesito esto". La sumisión por parte de las adolescentes y la autoridad por parte de los adolescentes sigue siendo algo demasiado común.

En fin, quiero pensar que mi alrededor no es totalmente extrapolable al mundo real. Que la realidad es mucho más igualitaria de lo que veo y que el siglo en el que vivimos ha enseñado a los adolescentes a creer, pensar y actuar en igualdad. Quiero creer algo que sé que no así. Pero ¿Lo será algún día?

domingo, 2 de junio de 2013

Nuestra sobreabundancia


Los hoteles de lujo me dan que pensar. Un hotel donde los metros cuadrados en las habitaciones se cuentan por cientos, donde hay servicios para 100 personas a las vez y donde parece que no hay nadie pero realmente está a más de un 50% de su capacidad.

Un hotel que demostró que vivimos por encima de nuestra posibilidades. Por supuesto no habló de las posibilidad económicas que nos pretenden vender los políticos sino las posibilidades como sociedad. Hemos llegado a un punto en el que todo tiene que ser monstruosamente grande para mostrar nuestro poderío humano. Una fuerza que no tengo muy claro que quiere demostrar o quizás sí, superioridad.

Tampoco es algo de nuestra civilización únicamente. Solo hay que ver las pirámides de Egipto o la catedral de Sevilla, una de las más grandes del mundo, para darse cuenta de que es algo innato a los humanos. Nos gusta fardar de los grandes que podemos llegar a construir.

Si bien los lugares pequeños también tienen su encanto, lo cierto es que después de recorrer algunos lugares de todo el mundo, lo cierto es que cuantas más estrellas tiene el lugar, más altos son los techos y más amplios los espacios.

Sin embargo, no creo que sea necesario tanta superioridad para demostrar que estamos en un lugar de lujo. Ni necesarios tanto baños para hacer lo mismo que el resto de la humanidad: mear. En fin, no soy amiga de esta plenitudes, mejor me quedo con sitios que no necesiten demostrar que son esplendorosos porque lo son por ellos mismos.