miércoles, 20 de junio de 2012

Cuestion de sexos

Puede que esta vision ruborize a mucha gente pero es una perspectiva nada más, sin base científica pero con mi creencia firme de que es así.

Todos somos bisexuales. Creo que todos los humanos tenemos una doble tendencia sexual pero quizás por cuestiones culturales, sociales, tabús personales, familiares o de contexto no se ha desarrollado. No puedo dar una razon coherente para todos que invite a pensar que esto es así, pero estoy convencida de ello.

Esto no quiere decir que no haya tendencias. Por tendencia, a mí me pueden atraer físicamente más los hombres que las mujeres pero estoy segura que si aparece que una fémina que realmente me atrae -no solo sexualmente sino también intelectualmente-, podría enamorarme. De hecho, según mi teoría creo que cualquier persona podría hacerlo si realmente nos quitaramos todo nuestro contexto social. Pero claro eso es una utopía.

Por esta regla que me marco lo mismo que un hombre ve una mujer atractiva, yo lo puedo concebir aunque no nos sintamos atraídos de la misma forma. De hecho, precisamente por ello existen mujeres que prefieren a las mujeres porque al final su tendencia va más dirigida a su propio sexo pero estoy segura que también pueden estar con hombres. Y al contrario.

No obstante, al hablar sobre esta teoría con diferentes personas me he dado cuenta de una cosa; en el caso de los hombres, según ellos, heterosexuales -al menos con los que lo he hablado- el rechazo a sentirse atraídos por otros hombres es mayor que en de las mujeres. Supongo que en esto, también tendrá culpa la sociedad.

Al final, todo se reduce a que confío en que te enamoras de la persona no solo de un género. Porque finalmente con los años, supongo que el sexo se relega a un segundo plano -lo que no quiere decir que no exista y ni que no se siga disfrutando- y queda la persona con la que compartir tus experiencias, sueños, aficiones y por qué no, también tus desilusiones, penas y fracasos.

A partir de aquí todo es discutible y todas las opiniones desde el respeto son válidas. ¿Algo que aportar?

sábado, 9 de junio de 2012

Pereza me ha estafado


Como lo oís. Pereza me ha estafado. 27,50 euros que se ha llevado a mi costa y de los que ahora mismo estoy de todo menos orgullosa de haber pagado. En fin, he asistido a un espectáculo lamentable empezando por la organización y acabando por el sonido y los propios artistas. En fin, lo único más que decente, la compañía.

Empezaré por el principio. Llegamos al Palacio de Vistalegre y nos encontramos con un acceso por el que intentamos pasar y no nos dejan, no por nada sino porque no y ya está. Gran razón, empezamos bien. Llegamos al bar, pido una Coca-Cola y me encuentro con la gran novedad de que me van a sajar; 3 euros. Vale lo acepto. Ahora bien, veo que el camarero saca una botella de 2 litros con menos gas que el pedo de un vieja, ¿estamos locos? En fin, vale calma no pasa nada, Pereza merece esto.


Llegamos a las gradas, por intuición porque nadie nos dice por dónde es y los carteles brillan por su ausencia. De repente nos encontramos que 3 cuartos de hora antes de que tocará Pereza -había teloneros- ya no había espacio. Por gracia divina y el morro de un amigo, conseguimos sentarnos. Sin embargo, la gente sigue llegando y no hay sitio. Ah bueno si, detrás del escenario y en los costados donde se ve menos que 0, si que lo hay. En fin, del aforo de 16.000 personas que tiene el recinto, estoy segura que unas 200 estaban de pie en las gradas porque no había sitio. Eso si no creo que con precio especial por no tener un asiento.

Bueno y comienza el esperado concierto. ¿Ha empezado? ¿Están cantando? ¿Qué canción es? ¿Tú oyes algo? Con estas preguntas ha comenzado un concierto que no ha brillado ni por la profesionalidad de los artistas ni por el sonido. Imposible escuchar una canción, menos mal que me las sabía sino creo que me hubiera pasado como a las chicas que tenía al lado que estaban más aburridas que un champiñón. Además, la escenográfica -unas alfombras y 3 lámparas sacadas de la casa de la bisabuela de Pereza- no invitaba a pensar que por lo menos merecía la pena el concierto.

Pero no solo el sonido era patético, vergonzoso e insultante, qué va. Hemos tenido que esperar más de 4 canciones para que Rubén y Leiva se dignarán en decir algo más y que aquello no pareciera un disco. De todas formas, para lo que se les oía podían no haber hablado. O mejor aún, haberse meado en nuestra cara porque total los miles de quinceañeros que había, iban a estar igual de encantados.

Pocas versiones especialmente diseñadas para el concierto, un amago de creerse los Beatles y Ben E. King con Stand by me, una parodía de la Blasa en toda regla... Y cuando crees que lo has visto todo, de repente llega Rubén y te hace un calvo. Ojiplática me hallo todavía.

Después de este concierto creo que mi relación con Pereza ha llegado a su punto y final, al menos, no volverán a recibir un euro de mi parte. Sus canciones -algunas- todavía me gustan, pero creo que voy a ser incapaz de mirarlas con los mismos ojos. Adiós a todos los discos originales y dinero que he gastado para las entradas porque señores Pereza, a mi me cuesta ganar el dinero bastante como para que vengan y se rían de mi. Lo siento. Se acabo el dar dinero a poperos comerciales que pensaba que merecían la pena pero que han demostrado que el respeto a su público es nulo.

Quizás lo más me fastidia de esta situación, además de haber dado el dinero a la organización Rock Legends y Pereza, es haberme perdido otros grupos que, aunque no son mi estilo, creo que me hubieran agradecido mucho más mi presencia. Lección aprendida.

jueves, 7 de junio de 2012

Enemigas


No hay peor enemiga de una mujer que otra. Aunque parezca sinsentido, tiene todo el del mundo. Las mujeres somos demasiado malas entre nosotros. Demasiado. No seré yo quién diga que no lo soy sino que muy al contrario, a veces saco el láser -como dirían mis compis- y actúo contra diestro y siniestro. Pero intento evitarlo, aunque me cuesta, lo reconozco.

Sin embargo, cada vez me doy más cuenta que somos demasiado malas. Criticamos la forma de vestir, de actuar, de ser de cualquiera... En muchos casos, la envidia tiene una parte fundamental de culpa. Envidia por ser más guapa, envidia por llamar más la atención, envidia por hacer lo que quiere o envidia por estar con quien ya nos gustaría a nosotros. En fin, en todo caso, envidia. Está claro que como toda norma tiene su excepción, pero hablamos de generalidades.

No obstante, otras veces -y estás son las que más me preocupan- hablamos mal por estereotipos. La sociedad nos ha impuesto que tenemos que preferir a los hombres -cada vez menos y menos mal- ser correctas, llevar sujetador, depilarnos o seguir las tendencias de moda. ¿Y sino lo hacemos? Podemos ser unas guarras, maleducadas, frescas o, en el mejor de los casos, unas anticuadas. Pues lo siento, esto no me gusta. Si no me depilo, no llevo sujetador o hablo abiertamente igual que un hombre, sigo mereciendo todo el respeto del mundo. Si lo hago es porque me gusta o lo considero oportuno.

Pero las críticas siempre van a estar ahí. Nos guste o no, en cualquier momento o lugar vamos a ser criticadas por nuestras amigas, compañeras de trabajo, primas, vecinas o desconocidas. Es algo que llevamos dentro, que nos sale automático y es difícil de ocultar o no hacer. Por ello, lo mejor es ser uno mismo y al que no le guste que no mire, aunque critique.

viernes, 1 de junio de 2012

El consumismo en estado puro

Los madrileños adoran los centros comerciales. La primera vez que vine a Madrid me sorprendió ver que había más grandes almácenes -qué arcaica suena esa expresión- que champiñones. Daba igual por dónde entrarás a la capital que te encontrabas con grandes letreros que anunciaban el consumismo exacerbado. Para una chica de provincias como yo -por aquel entonces en Bilbao solo había un gran centro comercial al que había ido 2 veces contadas y el famoso Bilbondo que solo tenía un Eroski-, aquello era demasiado.

Sin embargo, eso era solo el principio. Al ver el comportamiento de los madrileños entendí porque había tanto "champiñón" suelto: porque era su principal lugar de entretenimiento, un club social para muchos sin el que no podían ni puede vivir, necesitan la visita semanal.

Después empecé a convivir con ello: "bueno si para socializarse hay que ir, pues iremos", pensé. Poco a poco me tocó ir a esos lugares que, aunque a día de hoy siguen sin gustarme, puedo convivir con ellos. De hecho, creo que mi relación con los centros comerciales es de amor-odio; son muy prácticos para encontrar cualquier cosa pero me agobian. Sigo prefiriendo las tiendas de barrio, que claro van muriendo en las calles madrileñas.

Creo que la diferencia radica en la percepción. Mientras que los madrileños ven esto en los centros comerciales:



Yo, al entrar en uno no puedo ver nada más que esto:



Entonces no puedo evitar poner esta cara de pánico y/o agobio ...



Ahora creo que lo que peor me sienta de los centros comerciales son los niños. No por ellos -pobres mios si son unos santos- sino por sus padres. ¿Cuál es el motivo que les ha llevado a creer que estarán mejor jugando en un centro comercial que en un parque? Ah que en un parque hace más frío o calor y no hay un terraza para tomar algo, ni un payaso para entretener a sus hijos. Ah claro que en un parque tendrán que estar cuidándolos en vez de despreocuparse y dejarlos en el castillo hinchable.

Desde mi humilde opinión, es un poco triste que haya niños que pasen tardes enteras en un centro comercial. Entiendo que haya ocasiones en las que el paseo por allí sea inevitable pero por favor, padres del mundo, no dejen que sus hijas vivan en una Gavia, Xanadú o Plaza Norte 2.