En fin a lo que iba, la discriminación positiva. Este concepto que se inventó para enmarca una serie de acciones encaminadas a proteger y favorecer a un colectivo que históricamente por cualquier causa fue discriminado. En este contexto nacen las políticas de discriminación positiva hacia las mujeres. Una normas legísticas que, aunque se crearon con una buen intención -así lo creo, al menos-, no me gustan. Y me explico.
Tan malo es discriminar a una mujer por ser mujer como ponerla por encima de un hombre, es decir, darle más oportunidades por ese misma razón. Es por ello que la discriminación positiva hacia las mujeres me parece realmente negativa y va contra nosotras mismas. Lo único que se puede conseguir así es que realmente los hombres que creen en esta igualdad nos tomen manía por ver como no somos iguales sino superiores. Además, vuelvo a la misma idea: se busca la igualdad no la superioridad.
Tan malo es discriminar a una mujer por el mero hecho de serlo que a un hombre por favorecer a una mujer.De esta forma, no creo que sea el camino para insertar a la mujer en el mercado laboral el de favorecer su puesto en la administración pública por ser mujer, o el de darle más credibilidad en los divorcios -creerme que sé de lo que hablo-. Lo siento no creo que estas sean soluciones. Lo lógico es que de una vez por todas se reconozca la valía de una mujer en un puesto de trabajo de la misma forma que se reconoce la de un hombre y por supuesto, con la misma remuneración. Lo lógico es que la casa, los hijos o el coche se queden con la parte que más se lo merezca sin importar su género sexual. Y los ejemplos podrían llegar a un sin fín de cuestiones lógicas que no lo parecen tanto si vemos las leyes.
Así, vuelvo a la idea inicial: el feminismo busca la igualdad y como tal, es lo único que pido tanto para bien como mal. Que si hay que subir una caja lo haga una mujer o un hombre en igual de condiciones -aunque no de genética, eso es evidente- al igual que si hay que pagar un puesto de trabajo. No todo puede ser bueno en esto de la igualdad aunque si la meta final: que todos seamos iguales.
Por lo general, el linchamiento moral, social o literal de cualquier grupo en declive de sus derechos y libertades llama a gritos a la venganza. El infravalorado y marginado no busca por contraposición ser el que era, sino ganar un poco de terreno y estar por encima de la media no vaya a ser que vengan de nuevo los malos tiempos, se pierda el terreno ganado y se vuelva a ser el último de la fila (o como dice esa bonita canción, el burro atado a la puerta del baile). El femenisno en efecto busca la igualdad, pero con tan poco tiempo de méritos reconocidos (el sufragio femenino apenas tiene treinta años de antigüedad), es normal que busque estar un poco/bastante por encima del hombre medio, tosco y con tendencia a superar sus miedos a base de restringir lo demás. Los "ismos" no son buenos como no son buenos la falta de equilibrio que los provoca.
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