miércoles, 26 de junio de 2013

Habla con mi mano

Nunca aceptó el cariño pero en el fondo sabía que lo necesitaba. Nunca tenía buenas palabras en su boca pero en el fondo sabía quién le apreciaba. Nunca demostró sus habilidades pero era un genio de la pintura y el ajedrez. Así era Ricardo, un niño que la vida no le quiso demostrar todo lo bueno que había en ella sino el lado más feo de las cosas.

Sus dibujos de penes, pistolas y coños se quedan en mi memoria. Su "habla con mi mano" o "déjame en paz" seguirán ahí per secula seculorum. Pero, sobre todo, me quedo con aquel niño que un día me dibujó uno de los peces más bonitos que he visto nunca, un animal que encerraba todo lo bello de la fauna y lo feo de su vida.

Tampoco me olvido de su ingenio para crear historias de lo más escabrosas o su capacidad para ver sin ser visto y mostrar sin demostrar. Una inteligencia que pocas veces mostraba. Una habilidad que llevo tan al límite que le ha hecho dejarnos sin palabras al saber que ya no veremos más sus dibujos o sus tacos.

Allí donde estés, si realmente hay vida más allá, Ricardo, espero que la vida te dé la oportunidad de ser feliz. Una oportunidad que no tuviste en 11 años.

Un abrazo de esos que nunca me dejaste darte.

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