Existe una corriente de feministas que abogan por dejar de llevar el sujetador. Algunas, como la del vídeo que os pongo a continuación, dan sus razones. Con algunas estoy de acuerdo, otras me parecen extremistas y otros simplemente me parecen un sinsentido pero detrás de esto hay algo mucho más importante: la reivindicación de la mujer y de ser quién quiere ser .
Y es que es curioso como una prenda de vestir supone tanto para una mujer. Tanto que no podemos salir de casa sin ella e incluso cuando nos lo quitamos podemos sentir que estamos desnudas. Una prenda que para algunas supone una bendición en cierto modo pero para otras supone una tortura impuesta.
Un martirio difícil de comprender para aquellos que piensan que las mujeres no tenemos porque seguir los cánones pero a la vez les parece ridículo o bochornoso que alguien vaya sin sujetador. Curiosa paradoja.
Atreverse a no llevar sujetador por el motivo que sea supone criticas, miradas y comportamientos de todo tipo. No solo del sexo contrario sino del nuestro propio que, en la mayoría de los casos, somos más crueles aún. Y es ahí donde se demuestra que el sujetador es mucho más que esa prenda de vestir que llevamos todos los días.
El sujetador se convierte así en un artículo que nos vuelve a confirmar que somos esos objetos que tenemos que ser; esos objetos que deben demostrar que se tiene pecho sin tenerlo (para eso están los wonderbra y compañía), que deben enseñar lo suficiente para no ser una monja pero a la vez no ser una puta y que deben estar sin ser vistos porque es indecoroso que sea de otra manera.
En definitiva, esa prenda de vestir que nos vuelve a mostrar que, pese a todo, seguir las normas es lo que debe hacer una mujer.
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