Todavía no me creo lo que nos ha pasado pero os aseguro que es tan cierto como que ahora mismo estáis leyendo estas líneas: la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) pasó literalmente de una donación. Lo explico.
Resulta que me casaba -o sí, me he casado- y queríamos que nuestro obsequio para los invitados fuera algo más que una figurita para limpiar el polvo. Entonces pensamos en donar algo a una ONG y dar una tarjeta a los invitados de recuerdo. Hasta ahí todo normal.
Contactamos con la AECC porque nos parecía una asociación con motivos más que de sobra para apoyar. Llamamos por teléfono y pedimos información, nos remitieron a un contacto electrónico que después de muchos días de espera nos respondió.
Cuando por fin conseguimos que nos pasarán información -después de un par de correos vagos-, nos hicieron llegar un pdf con la información poco actualizada. No le dimos mucha importancia. Es cierto que estas asociaciones están integradas por gente voluntaria - y solo algunos contratados en nómina- por lo que decidimos facilitar las cosas: nosotros nos encargamos de diseñar e imprimir la tarjeta que daríamos a los invitados. A cambio tan solo pedíamos la información pertinente para poner en la tarjeta (logo, número de teléfono y url por ejemplo) además de un número de cuenta para hacer el ingreso.
Pues cual fue nuestra sorpresa que después de explicarles que nosotros nos encargaríamos de todo, su respuesta literal vía email ya que es el medio al que nos remitieron continuamente fue:
Lo siento no lo podemos hacer.¿Perdona? ¿Qué es lo que no podéis hacer? ¿Recibir una donación particular? ¿Aparecer en una tarjeta de boda? Como no lo entendía más cabreada que contenta pero intentando ser un poco empática les escribí un nuevo correo exigiendo una explicación, al menos, para entender por qué no podían cruzarse de brazos y esperar una donación. Esa respuesta nunca llegó.
Por suerte o por desgracia sé cómo funcionan las ONG y sé que hay muchas muchas muchas personas buenas que aportan más de lo que pueden. Seguramente nos toco lidiar con una no tan responsable o comprometida que prefirió no complicarse la vida -aunque no sepa cual era la complicación-. En cualquier caso, lo que más me duele es que la AECC se quedó sin esa donación que seguro que tanto podía ayudar.
Como contrapartida y como siempre de algo malo surje algo bueno, este bache -y mi amiga Lorena- nos ayudaron a conocer otra ONG donde todo han sido facilidades y buenas palabras desde el inicio. Se trata de la Fundación Aladina a la que me enorgullezco de haber donado y con la que espero seguir trabajando para que la unidad de oncología del Hospital Infantil Niño Jesús (Madrid) sea un lugar un poquito más amable. Si vosotros también queréis, tenéis toda la información en www.aladina.org.
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