Si cuando un refrán es popular está claro que es por algo. Y es que como dice el dicho "las opiniones son como los culos; todo el mundo tiene una" pero hay muchas más coincidencias que quizás no habíamos pensado.
Hay culos duros, blandos, peludos, pequeños o grandes. Culos para todos los gustos igual que las opiniones. Perspectivas de cualquier tema que no son mejores ni peores sino únicas.
Cuando nuestro trasero se pone a sonar en forma de pedo, en la mayoría de los casos no sabemos qué va a pasar: ¿Olerá? ¿Será el antecedente de algo peor? Justo lo mismo que pasa con las opiniones. Las soltamos y ahí quedan como una antesala de algo imprevisible.
Pero no es la única coincidencia. Los culos los solemos llevar tapados -y más ahora en el invierno que cualquier duerme con él al aire- y de repente, en nuestra intimidad lo asomamos. Ahí están las opiniones que juegan en el mismo terreno privado aunque hay veces que se pasan a lo público y ahí podríamos volver de nuevo al párrafo anterior.
Y seguimos. ¿Lo que da de sí el tema, verdad? Pues sí porque lo cierto es que la sabiduría del refranero español no tiene paragón -aunque pido perdón porque la mitad de las veces innovo y me lo invento-. En fin. El culete también tiene un componente de sorpresa interesante. Ese momento en el que no quieres, no debes y lo sabes pero no puedes evitarlo y salió el pedo, digo la opinión. Vamos ambos.
Pero claro una cosa es opinar -o mostrar el culamen- y otra bien distinta hacer que esas declaraciones en forma de palabras o pedos sean las únicas importantes, interesantes y posibles. Pues lo siento pero ya que todos tenemos opinión y culo, ninguna de las dos cosas es nada particular ni más válida que la de al lado. Y sí, a veces es mejor contenernos por lo que pueda pasar.
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