jueves, 7 de junio de 2012

Enemigas


No hay peor enemiga de una mujer que otra. Aunque parezca sinsentido, tiene todo el del mundo. Las mujeres somos demasiado malas entre nosotros. Demasiado. No seré yo quién diga que no lo soy sino que muy al contrario, a veces saco el láser -como dirían mis compis- y actúo contra diestro y siniestro. Pero intento evitarlo, aunque me cuesta, lo reconozco.

Sin embargo, cada vez me doy más cuenta que somos demasiado malas. Criticamos la forma de vestir, de actuar, de ser de cualquiera... En muchos casos, la envidia tiene una parte fundamental de culpa. Envidia por ser más guapa, envidia por llamar más la atención, envidia por hacer lo que quiere o envidia por estar con quien ya nos gustaría a nosotros. En fin, en todo caso, envidia. Está claro que como toda norma tiene su excepción, pero hablamos de generalidades.

No obstante, otras veces -y estás son las que más me preocupan- hablamos mal por estereotipos. La sociedad nos ha impuesto que tenemos que preferir a los hombres -cada vez menos y menos mal- ser correctas, llevar sujetador, depilarnos o seguir las tendencias de moda. ¿Y sino lo hacemos? Podemos ser unas guarras, maleducadas, frescas o, en el mejor de los casos, unas anticuadas. Pues lo siento, esto no me gusta. Si no me depilo, no llevo sujetador o hablo abiertamente igual que un hombre, sigo mereciendo todo el respeto del mundo. Si lo hago es porque me gusta o lo considero oportuno.

Pero las críticas siempre van a estar ahí. Nos guste o no, en cualquier momento o lugar vamos a ser criticadas por nuestras amigas, compañeras de trabajo, primas, vecinas o desconocidas. Es algo que llevamos dentro, que nos sale automático y es difícil de ocultar o no hacer. Por ello, lo mejor es ser uno mismo y al que no le guste que no mire, aunque critique.

No hay comentarios:

Publicar un comentario