sábado, 11 de agosto de 2012

De pérdidas

Reconozco que, en líneas generales, tengo mejor suerte de la que debería tener. No obstante, esta semana mi suerte ha ido más allá y lo que he tenido es una flor en el culo. No sé si ha sido porque es agosto, porque en Madrid nadie mira al suelo o porque mi ángel de la guarda andaba de guardia pero el buen sino ha venido a mí. Me explicaré.

Lunes por la mañana. Como cada día cojo el bus para ir a trabajar y de repente me doy cuenta que tengo el cajetín donde guardo el abono pero no el ticket del abono. Un pase mensual que ya cuesta más de 50 euros. Estamos a 6 de agosto. Tan pichi me monto en el bus y pago. Pienso que se me ha caído en un bolso en casa. Pero nada más lejos de la realidad. Llego a casa, empiezo a buscar y en los bolsos no hay nada.

Es entonces cuando comienzo a pensar "Vero, has perdido el abono a 6 de agosto". Mi mala leche va in crescendo. Todo un mes por delante para gastar en transporte tirado a la basura. En fin, comienzo a razonar y después de poner literalmente la habitación patas arriba, me doy cuenta que la solución no está en casa sino fuera de ella.

A por ello. Me voy a la terminal de autobuses de Avenida América. No tengo ninguna esperanza pero oye por preguntar. "No, aquí no han dejado nada", me contesta la encargada de la estación después de 15 minutos de espera. En fin, pues agotadas mis posibilidades voy a echar un vistazo en la parada de autobuses.

Allá voy. Y de repente, mi abono estaba allí. Hasta vi como me saludó. Pegué un salto de alegría que hizo estremecerse a un chico que tenía a mi lado. "Lo siento, es que he encontrado el abono", fue mi respuesta...

Puedo recordar otros episodios de pérdidas que al final salieron bien. No sé me olvida el DNI en un avión rumbo a Oporto en el que tuve que revolucionar a toda la policía portuguesa o el Creditans que cayó en un bar de fiesta y luego volvió a mi.

Pero no todo son buenas experiencias. Hace poco más de unos meses, sin darme la menor cuenta llegué a casa sin el teléfono móvil. Todavía no me explicó cómo me lo quitaron del bolsillo que llevaba en el abrigo pegado a mi cuerpo pero desapareció por obra y gracia de un simpático ladrón.


En fin, seguro que no soy la única con estas anécdotas. Pero ¿qué pasa si estás en el lado contrario? También me ha pasado.

Un día de fiesta me encontré una cartera en el suelo. La cogí, me la metí al bolso y pensé: "mañana será otro día y veré qué hago con ella". Mi conciencia no me dejó hacer otra cosa que buscar en el lístín de teléfonos -de aquella no había casi ni Internet- el número de la chica que había la cartera. Después de varias llamadas fallidas, dí con su padre. Le expliqué la situación y quedé con él para devolvérsela.

Resulta que la chica era de un pueblo tal como Leioa o Getxo por lo que me desplazé hasta Bilbao para quedar con ella. Supuestamente, porque quien apareció fue su padre el que después de hacerme una revisión, me dijo: "Bueno supongo que el dinero no estara". Me dieron ganas de coger la cartera y salir corriendo además de pedirle el dinero del viaje. Pero mi conciencia volvió a aparecer. Eso sí luego me ofreció una comida en un restaurante que regentaba del que ni me dio el nombre. Eso es ser agradecidos y lo demás tonterías.

1 comentario:

  1. que razon tienes yo tambien perdí el abono y lo encontraron pero me lo dijeron cuando me iba a hacer otro....jajaja ;)

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